miércoles, 24 de junio de 2009

Tus manos… no puedo dejar de pensar en tus manos, no puedo dejar de mirarlas, de soñarlas. Blancas, casi traslúcidas, con venas azules que las recorren como ramas de árbol. Suaves, de adolescente, por fuera, y ásperas, de hombre, por dentro. Dedos largos, finos y torneados. Tu mano envuelve la mía, que se hace pequeña, muy pequeña, para esconderse, guarnecerse en ella. Tu mano me toca, y un calambre recorre mi cuerpo.
Casualmente, rozas mi brazo, y me siento morir…

lunes, 22 de junio de 2009

La luz del amanecer me ciega. Entorno los ojos, me quema la retina. Se me humedecen los párpados. Lloro, una lágrima baja rodando por mi mejilla y termina en mi camiseta. De repente, una embriagadora sensación de estar viva. De sentirlo todo hasta la última fibra, hasta la última célula de mi cuerpo. Un calor que sube desde dentro. Sonrío. No puedo dejar de sonreír. La luz, la música, el calor... Me siento viva, y hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien.
Poner un pie delante de otro... y no parar nunca...

sábado, 20 de junio de 2009

La luz del atardecer sobre León


Castrillo de los Polvazares, León, agosto, 22.25h

Tuberías

Las peores tuberías son las obstruidas. O no, rectifico, son peores esas en las que por algún sitio entra aire, y entonces empiezan a vibrar y hacer ruidos extraños, como gimiendo lastimeramente, y golpeando contra las paredes. Como un fantasma encerrado entre los ladrillos. Aunque las obstruidas siempre te hacen pensar en qué las estaría obstruyendo, lo cual suele disparar la parte más enfermiza de mi imaginación.

"Y encima de la mesa, reptan un montón de húmedas tuberías…"

Resbalar (nota crítica)

"Bien por esta inquietante indefinición. Los puntos de coincidencia con su propio carácter, unidos a una digresión necesaria, hacen que uno se pregunte si de veras ella habla de su vida o simplemente fantasea acerca de ella. Las pobres marionetas que la rodeen en el mundo real, entre las que quizá se encuentre este humilde especulador, se preguntarán a su vez por los fundamentos y los sentidos de un extracto de tormento.

Imagínate sumergida en la pileta de una piscina muy ancha y profunda. Nadas hacia arriba, pero alguien te sujeta con las piernas, de modo que no puedes salir a la superficie. Pero no te deja morir: toma el aire del exterior y te lo da de su boca, bajo el agua, porque sabe que, si mueres, arrastrarás con tu peso también su cuerpo al fondo. Por tu parte esperas, con tanto odio como avidez, el alimento de sus labios, que te mantienen viva…

Hilos irrompibles."

M.M.M.

Resbalar

¿Alguna vez has pensado cómo morirás? Yo siempre he creído que lo haría de la forma más esperpéntica y extraña, bizarra, posible.
Uno de mis pensamientos recurrentes es precisamente ese, una muerte absurda, casi de película…

Al salir de la ducha casi resbalo. De repente he perdido todo control sobre mi cuerpo, y mi pie se ha deslizado entre los restos de espuma. He sentido una punzada de pánico, una ola de calor seguida de un sudor frío. Y una sensación de impotencia e inutilidad. Y luego he empezado a pensar. ¿Qué ocurriría si me hubiese caído? ¿Me dejo caer? Me habría partido algo, contra el esmalte de la bañera, con una fractura abierta de la que sobresaldría una astilla de hueso blanca, o me habría retorcido un miembro en una posición inverosímil. Como un pelele. O me habría clavado el grifo. Preferentemente en los genitales. Algo realmente sangriento. ¡Qué bonita es la sangre, tan roja sobre el esmalte blanco! ¡Y ese precioso remolino rojo cuando huye por el desagüe! O quizás directamente me desnucaré. Sí, eso es lo más probable. Y lo mejor. Sería menos doloroso. Y mi cuello retorcido en una posición inverosímil. Como una marioneta a la que han cortado los hilos. ¿Y quién me encontrará? ¿Cuál será su reacción? ¿Cuánto tardarán en encontrarme? ¿Realmente alguien me echaría de menos?

Dice el diccionario que resbalar es incurrir en un desliz. Entonces sólo sería otro desliz, uno de muchos. Otro gran patinazo. Siempre cayendo o dejándose caer. Perdiendo el equilibrio. Uno más en una vida a base de maravillosos deslices, de pérdidas de equilibrio.
De extremos, de sorpresas, de estupidez y de pérdida de tiempo. Me arrepiento de tanto y de nada. Me arrepiento de ser como soy y a la vez estoy orgullosa de ser así. Sé que debo conducir mi vida, pero a la vez soy consciente de que no me pertenece.
Me han quitado mi vida, ya no vivo para mí. Me he puesto hilos, y soy a la vez marioneta y marionetista. Mis hilos son mi adicción...

Es todo tan confuso, todo tan resbaladizo, tengo tanto miedo de caerme y hacerme daño...prefiero matarme. Voy con pies de plomo, agarrándome a lo que puedo, balanceándome, intentando mantener el equilibrio. Y siempre surgen nuevos deslices, pequeñas pérdidas de equilibrio, con su punzada de pánico y su oleada de calor. Y luego esa horrible sensación de impotencia, de falta de agarre, de caída, que no sé cómo parar, porque parezco hundirme cada vez más en ella, como en arenas movedizas. Cuanto más me muevo intentando salir, más me hundo. Me enredo con los hilos, que me ahogan y no me dejan moverme. Y esa opresión en el pecho, y ese soniquete continuo en el cerebro, que no para: “otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez otra vez”. Otra vez la has jodido...

Y entonces alguien me corta los hilos, y por un momento me hundo sobre mí misma.
Me siento perdida, sin fuerzas... ¿y ahora de dónde me cuelgo?

Pero entonces, de repente, soy plenamente consciente de que puedo moverme perfectamente sin hilos, que no los necesito. Que no he entendido nada, que los hilos no son necesarios, que si quiero puedo volar incluso...

La luz del atardecer sobre Madrid


Madrid, calle Colegiata, 19/06/2009, 21.47h

lunes, 15 de junio de 2009

¿Por qué no puedo dejar de buscarte?
¿Por qué no puedo dejar de mirarte?
Cuando hacemos cosas por los demás, desinteresadamente, sólo porque pensamos que les hará ilusión, a veces nos juzgan y nos llaman tontos. ¡Y quién es nadie para juzgar quién se merece mi atención! Si yo me paso días invirtiendo mi tiempo en alguien porque sé que le hará ilusión que le dedique mi atención, ¿quién tiene derecho a decirme que soy tonta por hacerlo? ¿Que esa persona no gastaría el mismo tiempo y esfuerzo en mí? Pues eso sólo es problema mío. A alguna gente nos gusta dar sin recibir nada a cambio, o estamos dispuestos a esperar lo que haga falta para ver los frutos de nuestro afecto o nuestro esfuerzo... y, si no llegan nunca, pues no pasa nada, porque hemos tenido suficiente con sentir que le hemos hecho bien a alguien, y que hemos sentido su alegría, afecto o agradecimiento por un segundo, que hemos sido especiales para esa persona durante ese corto tiempo, durante ese instante...
Te escribo porque no estás. Te escribo para decirte todas las cosas que quise decirte ayer y no pude, y que tampoco podré decirte hoy. Te escribo para decírtelas sin lágrimas. Te escribo para desahogarme. Te escribo porque te quiero.
Resto in ascolto. Non smettere di trasmettere.

sábado, 13 de junio de 2009

"Te deseo un imposible: amor, equilibrio y libertad. Mientras, sigue dejando huella en quienes conozcas."
Nunca nadie me dijo palabras tan bellas... Gracias.

viernes, 12 de junio de 2009

Te has ido...
¿Qué voy a hacer yo ahora con tu cepillo de dientes, tu esponja, tu olor en mi almohada...?
Es verdad lo que me dijeron una vez... "Mi dolor no es más llevadero por ser menor que, mayor que..."
Mi dolor sólo es...

miércoles, 10 de junio de 2009

¡Cómo me gustaría poder caminar así todo el tiempo, con los ojos cerrados, pero sabiendo instintivamente hacia dónde se dirigen mis pasos...!
El sol a mi izquierda, ascendiendo lentamente por el cielo. Entre el sol y yo, una valla de rejilla fina. El efecto de la luz en mis párpados cerrados es casi estroboscóbico: rojo, negro, morado, granate... los colores de la sangre y de la carne... sucediéndose rápidamente...
Me mareo. Abro los ojos para no caer. La claridad me ciega. La sensación de paz se desvanece...