miércoles, 24 de junio de 2009

Tus manos… no puedo dejar de pensar en tus manos, no puedo dejar de mirarlas, de soñarlas. Blancas, casi traslúcidas, con venas azules que las recorren como ramas de árbol. Suaves, de adolescente, por fuera, y ásperas, de hombre, por dentro. Dedos largos, finos y torneados. Tu mano envuelve la mía, que se hace pequeña, muy pequeña, para esconderse, guarnecerse en ella. Tu mano me toca, y un calambre recorre mi cuerpo.
Casualmente, rozas mi brazo, y me siento morir…

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