lunes, 22 de junio de 2009

La luz del amanecer me ciega. Entorno los ojos, me quema la retina. Se me humedecen los párpados. Lloro, una lágrima baja rodando por mi mejilla y termina en mi camiseta. De repente, una embriagadora sensación de estar viva. De sentirlo todo hasta la última fibra, hasta la última célula de mi cuerpo. Un calor que sube desde dentro. Sonrío. No puedo dejar de sonreír. La luz, la música, el calor... Me siento viva, y hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien.
Poner un pie delante de otro... y no parar nunca...

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