miércoles, 10 de junio de 2009

¡Cómo me gustaría poder caminar así todo el tiempo, con los ojos cerrados, pero sabiendo instintivamente hacia dónde se dirigen mis pasos...!
El sol a mi izquierda, ascendiendo lentamente por el cielo. Entre el sol y yo, una valla de rejilla fina. El efecto de la luz en mis párpados cerrados es casi estroboscóbico: rojo, negro, morado, granate... los colores de la sangre y de la carne... sucediéndose rápidamente...
Me mareo. Abro los ojos para no caer. La claridad me ciega. La sensación de paz se desvanece...

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