lunes, 15 de junio de 2009

Cuando hacemos cosas por los demás, desinteresadamente, sólo porque pensamos que les hará ilusión, a veces nos juzgan y nos llaman tontos. ¡Y quién es nadie para juzgar quién se merece mi atención! Si yo me paso días invirtiendo mi tiempo en alguien porque sé que le hará ilusión que le dedique mi atención, ¿quién tiene derecho a decirme que soy tonta por hacerlo? ¿Que esa persona no gastaría el mismo tiempo y esfuerzo en mí? Pues eso sólo es problema mío. A alguna gente nos gusta dar sin recibir nada a cambio, o estamos dispuestos a esperar lo que haga falta para ver los frutos de nuestro afecto o nuestro esfuerzo... y, si no llegan nunca, pues no pasa nada, porque hemos tenido suficiente con sentir que le hemos hecho bien a alguien, y que hemos sentido su alegría, afecto o agradecimiento por un segundo, que hemos sido especiales para esa persona durante ese corto tiempo, durante ese instante...

No hay comentarios: