sábado, 23 de julio de 2011

¿Cuántas veces nos habremos cruzado sin (re)conocernos?
¿Y cuántas veces nos cruzaremos aún?

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca lo podremos saber.

Dominguet dijo...

A veces incluso conociéndose no se conoce, lo cual en principio debería ser sorprendente, pero lo curioso es que tampoco es tan raro

Luz Negra dijo...

Pues no es nada raro...
Pero casi es mejor así, porque conocer a alguien de memoria por dentro y por fuera le quita todo el misterio.

A mí es que me pasa mucho que en las aglomeraciones humanas me empiezo a preguntar si alguien al que conozco, pero nunca he visto, porque nuestro contacto ha sido sólo virtual, estará por allí cerca, y si sería capaz de reconocerlo.

Dominguet dijo...

Es curioso porque en los tiempos en los que no existía internet y intercambiaba fanzines y conocía a los autores por carta, eso mismo me ocurría mucho. Incluso estoy seguro de que la persona con la que me he cruzado era la persona en cuestión. Más adelante, con internet, sabiendo casi en tiempo real que la persona se encontraba en el mismo lugar que yo, me he inquietado y he fantaseado un rato. En realidad cuando ocurre el ambiente es extraño, tiene un sabor agridulce, como entre meloso y melancólico

Luz Negra dijo...

A mí me produce una especie de desasosiego. Empiezo a buscar caras, mirar y remirar. Al final no me entero de lo importante, porque me dedico sólo a escrutar caras.

Dominguet dijo...

Es muy extraño, como si uno deseara encontrarse pero al mismo tiempo esperara que no ocurriera

Luz Negra dijo...

Hoy me ha vuelto a pasar. He ido a una manifestación a la que me he dejado arrastrar, porque yo no quería ir, y ya estaba otra vez buscando caras desconocidas.

No sé si es a lo que te refieres tú. Pero yo, de la gente con la que interactúo de modo virtual, termino componiéndome cierta imagen (me refiero más a su personalidad o a su forma de hablar, que a su físico). Y a veces tienes miedo de que la realidad te estropee esa imagen, así que en el fondo esperas no encontrarte con esa persona. Así que vas siempre fluctuando entre la curiosidad por saber si la persona es como te la has imaginado, y el miedo a que no lo sea.

Dominguet dijo...

Si, es como si uno al reconocer al otro ocurriera que cierto hechizo se desvaneciera, o que el otro reconociera a uno en el momento en el uno menos se parece a sí mismo. Solo esa idea crea inquietud. Es decir, en mi caso no es tanto como será el otro, que también, sino cómo el otro me viera

Luz Negra dijo...

Ya, a mí me pasa igual. Pero a veces creo que lo que realmente me pasa es que soy una cobardica, y lo que me domina es el miedo, y todo esto es sólo una forma de racionalizarlo. Es decir, excusas por miedo a no conformarme a la imagen que alguien se ha hecho de mí.

Dominguet dijo...

A mi también me preocupa y mucho que el miedo, también lo podemos llamar inseguridad, pueda encontrar una excusa que me pueda impedir realizar algo.

Luz Negra dijo...

El miedo es una mala pécora, siempre encuentra una excusa tras la que esconderse y parecer otra cosa.
Así que últimamente, en cuanto sospecho que el miedo se esconde detrás de alguna de mis decisiones, me voy directo hacia él.
Y cada vez me importa menos conformarme o no a cualquier tipo de imagen.

Dominguet dijo...

¡Qué interesante! Precisamente me ocurre algo similar, en cuanto observo que el miedo aparece bajo una forma que me conduce a tomar el camino que me resulta más seguro, más esquivo, o que me podría llevar a la parálisis, trato de ir en dirección contraria. Lo podría llamar aventura, pero en realidad no es una situación fácil. Aumenta el ritmo cardiaco y no encuentro ningún asidero donde agarrarme.

Habiendo vivido estas situaciones, quizá si sepamos como las ha podido pensar el otro

Luz Negra dijo...

Yo tengo vértigo, y, cuando estoy de viaje, siempre me empeño en subir a pie a la torre más alta de la ciudad. Allí arriba se me acelera el corazón, mis rodillas se vuelven como de goma, y las mano me tiemblan tanto que apenas soy capaz de hacer una fotografía decente. Y empiezo a tener cierta sensación de perder el suelo bajo mis pies. Pero cuando llego abajo de nuevo, la subida de adrenalina es impresionante, por el solo hecho de haber superado mi miedo una vez más. Y en la vida es lo mismo...

Dominguet dijo...

Mis "vertigos" son del todo diferentes, aparecen cuando me encuentro frente a una situación en la que se me va a valorar, mejor dicho, en los momentos previos. Ahí es cuando realmente puedo perder el control, después, en la situación, puedo temblar, tartamudear algo, hablar muy precipitadamente. Pero es cierto, yo también lo he vivido así; la subida de adrenalina es tremenda, y la hinchazón de autoestima puede durar varios días

Luz Negra dijo...

Yo es que también tengo otros "vértigos". Hablar en público me aterra, y en las asambleas me pongo muy nerviosa cuando me toca hablar. Quizás por eso cada vez voy a más asambleas y reuniones, porque me he enganchado al subidón de adrenalina cuando consigo articular una frase entendible sin trabarme...